El motivo literario de la casa abandonada es una de las figuraciones más poderosas de la literatura moderna. En su declinación como casa encantada (haunted house, en la ficción anglófona), la imagen ha dado lugar a un amplio abanico de reflexiones sobre el significado cultural de los espacios espectrales. Debido a la fuerte conexión antropológica entre la casa y la identidad, una lectura sintomática de la imagen permite revelar ciertas tensiones en la articulación de las formaciones culturales periféricas. Este artículo analiza la imagen de la casa en algunos textos literarios y periodísticos de autores gallegos del siglo XIX hispánico (Manuel Murguía, Ventura Pueyo, Emilia Pardo Bazán y Rosalía de Castro), partiendo del establecimiento de un vínculo metafórico entre la casa y la lengua y/o dialecto. A fin de esclarecer el sentido de este vínculo en la ficción europea, se establece una comparación entre el corpus literario de Rosalía de Castro, particularmente las novelas Flavio y La hija del mar, y la novela Wuthering Heights, de Emily Brontë. El análisis muestra no sólo que la producción literaria de la periferia cultural entró reiteradamente en conflicto con la tendencia centralizadora del canon historiográfico español, sino también que la tensión cultural entre lo normativo y lo excéntrico dejó huellas profundas en el discurso literario europeo del siglo XIX.
En el año 1997 Philip Silver publicaba una monografía sobre el movimiento romántico titulada Ruin and Restitution. Reinterpreting Romanticism in Spain. La tesis del libro era la inexistencia de un romanticismo avant la lettre en la poesía decimonónica española. Al menos en sentido pleno, el romanticismo de carácter filosófico únicamente habría tenido lugar, de un modo restitutivo y tardío, en la obra de Luis Cernuda. Fuera, por tanto, del período histórico de mayor vigencia del romanticismo europeo. Como ocurre a menudo con las hipótesis fuertes, la de Silver es, simultáneamente, riesgosa y fecunda. Permite caracterizar las particularidades del romanticismo hispánico y describe con perspicacia el significado de la producción poética de autores como Bécquer o Cernuda. Pero resulta evidente que el libro parece confirmar, acaso de modo involuntario, cierta visión de la identidad literaria española como un objeto cultural excéntrico y hasta disfuncional. Si es cierto que a menudo las deducciones de un ensayo se fundamentan en el corpus empleado, podría objetarse a Silver el hecho de que apenas merece consideración en su estudio la lírica de los autores de origen español que escribieron total o parcialmente su obra en lengua no castellana. Sobre todo porque el propio autor reconoce explícitamente que la tensa negociación de la diversidad cultural fue uno de los marcadores políticos del Estado desde mediados del siglo XIX, fenómeno que ejemplifica, sobre todo, a partir de las culturas de expresión catalana y vasca. Creo que la obliteración de autores en lengua no castellana adquiere matices de especial interés en el caso de la gallega Rosalía de Castro. En primer lugar, porque en su obra narrativa se refiere de modo a menudo explícito, y en ocasiones abiertamente paródico, a lo que el mismo Silver denomina “historical Romanticism” (13). Véase, por ejemplo, el modo en que en El caballero de las botas azules (1867) la autora parodia el folletín de tema histórico, aludiendo al incipiente combate entre los modos romántico y realista: “Y he aquí cómo, en guerra con el sentimentalismo, puerta de escape de todos los escritores tan ramplones como el autor de El caballero de las botas azules y de otros muchos aficionados a las novelas terriblemente histórico-españolas, nos inclinamos a escribir ahora algún parrafillo melancólico-poético, tomando por tema nada menos que la Corredera del perro”. (Castro, Obras completas 2: 313) En segundo lugar, porque el propio Luis Cernuda, cima del canon altorromántico en la propuesta de Silver, había reconocido el carácter literalmente moderno de la escritora a partir de su comparación con Bécquer (Cernuda 49). Es muy significativo que esta comparación tome por fundamento el debate entre lo clásico y lo moderno que, como el propio Silver reconoce, dio lugar al romanticismo filosófico del Círculo de Jena (44).
Las observaciones precedentes no tienen —o al menos no de un modo prioritario— el propósito de encarecer las producciones literarias periféricas en el contexto estatal. Pretenden más bien reconocer que la tensión entre las identidades culturales en la Península Ibérica constituyó un debate intelectual de primera magnitud, sin el cual resulta difícil comprender la propia articulación y desarrollo de movimientos como el romanticismo o el realismo, así como las implicaciones políticas de algunos debates estéticos del siglo XIX. En el presente artículo quisiera poner de relieve el modo en que ciertas imágenes permiten representar, de un modo que valdría calificar de sintomático, esa tensión entre el centro y la periferia y entre el pasado y el presente. Intento reconocer de este modo la función desempeñada por determinados textos y objetos culturales desde el punto de vista político, evitando el riesgo de las explicaciones deterministas y teniendo para ello bien presente la lógica específica instaurada por la ficción literaria. Entre las imágenes llamadas a nombrar esa relación de carácter no necesariamente lineal entre literatura y política puede resultar especialmente fértil el tropo de la casa. Sus connotaciones, en ciertos textos del XIX, alcanzan de lleno territorios tan conflictivos como la relación entre la lengua/dialecto(s), las identidades regionales y la identidad nacional-estatal. Además de estudiar la función y valor de este motivo en la novelística de Rosalía de Castro, me detendré en sus conexiones con la obra periodística y literaria de algunos de sus coetáneos gallegos (Manuel Murguía, Ventura Pueyo, Emilia Pardo Bazán) y con las novelas de sus casi contemporáneas, las hermanas Brontë.