Maria do Cebreiro Rábade Villar random header image
Investigación
  • Estudios de Teoría Literaria. Revista digital: artes, letras y humanidades (Universidad Nacional de Mar del Plata, Argentina), 5/9

    2016
  • Revista Indexada en REFIB (Red Iberoamericana de Innovación y Conocimiento Científico) e ERIH PLUS (The European Reference Index for the Humanities and the Social Sciences).
  • http://fh.mdp.edu.ar/revistas/index.php/etl/article/view/1440
  • , , ,
  • «El discurso amoroso como discurso enamorado. La obra de Roland Barthes a la luz de las teorías contemporáneas del afecto»

    En los últimos años, las ciencias físicas, sociales y humanísticas están concediendo una relevancia cada vez más notable al análisis de las emociones. Distintos factores avalan esta consideración. Podemos mencionar, entre otros, la diversidad de los campos disciplinares implicados en el estudio de los procesos afectivos (neurociencia, psicología cognitiva, historia social, geografía cultural, estudios literarios) o la reciente apertura de centros de investigación sobre la teoría y la historia de las emociones en instituciones tan prestigiosas como la Universidad de Londres o el Instituto Max Planck de Berlín. En el ámbito de las ciencias sociales y de las humanidades, el denominado “giro afectivo” [affective turn] (Clough, Seighworth) ha posibilitado una comprensión más cabal de prácticas y objetos culturales que tradicionalmente habían recibido una conceptualización deficitaria. Sin embargo, es perceptible cierta desatención de la perspectiva literaria en los debates en torno a los afectos, aun cuando el vínculo entre a literatura y la vida emocional de los individuos y de las comunidades ha sido, desde antiguo, muy fecundo y estrecho. El fin último de esta propuesta es defender un recentramiento de la atención hacia los afectos por parte de los estudios literarios en general y de la teoría literaria en particular, tomando como estímulo y orientación el discurso amoroso del crítico francés Roland Barthes.

    le_coeur

    El amor es un motivo ─una lexía, podríamos decir, empleando una palabra querida por el autor─ que atraviesa la totalidad de la obra de Roland Barthes. Lo vemos con claridad en libros como Fragmentos de un discurso amoroso (1982) que en su época alcanzó casi la categoría de best seller, con algo de Bildungsroman generacional. Pero también en ensayos de carácter más técnico, como en los comentarios críticos a los textos de Racine, Coti, Fromentin, Flaubert, Balzac, Proust o Gide, dispersos a lo largo de su obra, o en los libros El placer del texto (1974), Sade, Fourier, Loyola (1977) o Cómo vivir juntos (2004), entre otros. En este contexto, podríamos preguntarnos por qué esta dimensión del corpus barthesiano apenas ha sido objeto de aproximaciones críticas, aunque es de justicia reseñar la edición de un importante documento, primorosamente editado por Claude Coste: el seminario que sobre el amor impartió Barthes en la École des hautes études en sciences sociales entre los años 1974 y 1976, y que se sitúa en el origen de los mencionados Fragmentos de un discurso amoroso.

    La desatención relativa de la isotopía ─o, mejor, atopía─ del amor en Barthes resulta especialmente paradójica sobre todo si tenemos en cuenta el regreso de los afectos a la escena de los estudios sociales y culturales, en la órbita de lo que Clough y Halley (2007) han denominado “giro afectivo” [affective turn]. Este giro se ha traducido en una transformación de los intereses teóricos que tiene a su vez fuertes implicaciones éticas y políticas, y que ha adquirido diferentes modulaciones dependiendo de la variabilidad cultural de los ámbitos intelectuales en juego. De modo sumario, podríamos distinguir aquí tres grandes áreas de estudio sobre las emociones. Por una parte, los affect studies norteamericanos (Massumi 2002, Sedgwich 2003, Seigworth 2010), abiertamente influidos por la teoría queer. En segundo lugar, el campo de la historia de las emociones, capaz de crear puentes entre el contexto universitario estadounidense —así lo confirman un artículo pionero del matrimonio Stearns (1985) o las investigaciones de William Reddy (2001)— y el contexto europeo. Buena prueba de ello es la reciente publicación del magnífico volumen Engaging the Emotions in Spanish Culture and History, editado por Luisa Elena Delgado, Pura Fernández y Jo Labanyi (2015), que proyecta con eficacia métodos importados de la historia cultural. En tercer lugar, podríamos mencionar el influjo de la teoría de las emociones en la filosofía política y en la teoría del sujeto, orientación que resulta particularmente visible en el contexto latinoamericano en general, y argentino en particular. Entre otros ejemplos, así lo testimonia la traducción y comentario del seminario de Gilles Deleuze (2011) sobre Spinoza realizados por el Equipo Cactus. Pero lo cierto es que en ninguno de los tres ámbitos académicos señalados ha sonado con fuerza el nombre de Roland Barthes, y ello a pesar de que el corpus barthesiano fue traducido desde fechas tempranas a otras lenguas —en el caso del español, gracias sobre todo a los mercados del libro mexicano, venezolano y argentino.

    Probablemente la relativa obliteración del discurso amoroso de Barthes obedezca a dos causas, íntimamente relacionadas entre sí: a) la tendencia a la tematización de los afectos, entendidos como meros significados o contenidos del lenguaje (sea este verbal o imaginario) en el análisis de las emociones y b) el privilegio de la lectura estructuralista y semiológica de la obra barthesiana, en cierto modo justificable pero sin duda restrictiva, sobre todo si tenemos en cuenta la evolución del autor hacia posiciones, si no distantes sí abiertamente críticas, con respecto al estructuralismo. A continuación nos referiremos, de modo necesariamente sumario, a algunas de las principales corrientes teóricas en el estudio del afecto, provenientes de ámbitos tan distantes como la filosofía, la neuropsicología, las ciencias cognitivas o la sociología. El principal objetivo de esta rápida cala es tratar de explicar por qué el saber teórico-literario se ha situado en modo refractario o a remolque del denominado “giro afectivo” y en qué medida la concepción de Roland Barthes sobre los afectos constituye un fuerte desafío a los prejuicios arriba enunciados. En último término, podríamos afirmar que ambos ―la tematización del afecto y el privilegio concedido al estructuralismo― se sustentan en una concepción deficiente de la relación entre lenguaje y metalenguaje en la obra del autor. A este respecto, en su introducción a la edición francesa del citado Seminario Claude Coste señala que “en su obra Roland Barthes niega toda validez al ‘metalenguaje’, es decir, a una forma de lenguaje que se diferencia por su esencia de un lenguaje primario que tiene la función de comentar. Ningún discurso tiene la última palabra: las palabras se suman a las palabras, sin la menor superioridad de uno sobre otro y el discurso sobre el amor no se diferencia básicamente del discurso amoroso”. (Barthes 2011: 37)